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Rondaia se sitúa en el término municipal de Esporles, sobre una finca denominada Sa Simentera de Canet, que a su vez proviene de un posesión histórica denominada Canet, que ocupaba gran parte del valle de San Pedro y que fue creada tras el reparto de tierras que hizo el Rey Jaime I, el conquistador, tras finalizar la reconquista de la Isla de Mallorca en el año 1231, entre los nobles de la Corona de Aragón que le ayudaron en esa contienda.

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Tras la división de la posesión histórica, la finca ha sufrido una constante evolución a lo largo de los años, muy marcada en cada caso por el signo de los tiempos, destacando su inicial uso como pabellón de caza y, a partir de finales del S. XIX, el desarrollo de importantes iniciativas industriales, tales como una serrería y una fábrica de cemento natural, que da origen a su nombre actual. Actividades que siempre se han compaginado con el cultivo agrícola de sus fértiles parcelas, destacando el cultivo de más de cuarenta cuarteradas –unas treinta hectáreas- de algarrobos.

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La finca está atravesada por la acequia den Baster, o Bastera,  que transporta el agua que surge de una mina cercana (qanat) hasta la ciudad de Palma.

 

Esta infraestructura histórica constituye un vestigio del legado musulmán medieval en Mallorca, y está protegida con la categoría de Bien de Interés Cultural. El líquido se transporta por gravedad y realiza un largo recorrido hasta llegar el Monasterio de La Real en Palma, y abastece aún hoy en día parte del suministro diario de agua de los habitantes de la capital.

 

El agua es un verdadero tesoro en zonas poco lluviosas como el Mediterráneo. Se construyeron albercas de espectaculares dimensiones para su almacenamiento, para el riego en las épocas más secas. La finca cuenta con estos pequeños mares de interior, uno de ellos de hasta 120 metros de longitud.

Sa Simentera de Canet era conocida a mitades del S. XX por su producción de naranjas, siendo una de las primeras fincas mallorquinas que implantó este cultivo.

 

Algunos de estos árboles originales, hoy casi centenarios, siguen plantados hoy en día, como recuerdo del que fue uno de los huertos de naranjas más importantes de Mallorca. El naranjal ha sido sustituido hoy en día por viñedos, destinados a la producción de variedades de uva autóctonas para la producción de vino, destacando la malvasía de Banyalbufar.

Además de las parcelas de cultivo, la finca cuenta actualmente con más de veinte hectáreas de bosque mediterráneo, atravesado por caminos transitables, que conforman un cómodo y bello recorrido para realizar a pie, sin salir de la propiedad.

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Algunas zonas del bosque presentan terrazas abancaladas con muro de piedra seca, carácterísticos del paisaje mallorquín de montaña, para posibilitar su aprovechamiento agrícola. Una de estas terrazas ha sido recuperada para la práctica de viticultura de montaña.

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